Al reflexionar sobre una década de creación de empresas —desde una startup fintech dedicada a pagos hasta una empresa de tecnología alimentaria y ahora un laboratorio de diseño—, una lección destaca: la innovación no sirve de nada sin un propósito. En mis inicios en el mundo de la tecnología financiera, me obsesionaba la disrupción tecnológica, pero aprendí que incluso la aplicación más inteligente solo triunfa si realmente resuelve una necesidad humana. Más adelante, en el ámbito de la tecnología alimentaria, trabajando para ofrecer comodidad a las comidas diarias, descubrí el valor de la experiencia y la confianza del cliente: las personas adoptan nuevas soluciones cuando se sienten comprendidas y valoradas.

Ahora, como CEO de Enso Design Lab, llevo esas lecciones al mundo del diseño de productos. Nuestros accesorios de lujo nacen de la eficiencia impulsada por la tecnología, pero se inspiran en las emociones humanas. He aprendido a combinar la analítica con la intuición: una habilidad que perfeccioné en finanzas, me forjé en gastronomía y florecí en diseño. Ya sea liderando una plataforma basada en IA o un equipo de diseño creativo, mi filosofía se mantiene firme: centrarme en las personas, fomentar la creatividad y nunca dejar de aprender. Las industrias cambian, las herramientas evolucionan, pero un líder estratégico se mantiene fiel a su misión principal: mejorar vidas con innovación y corazón. Cada capítulo de mi trayectoria me enseñó algo nuevo, y cada uno me enseñó la misma verdad: los negocios, en su máxima expresión, son un arte que conecta la innovación con el significado.

Bulat Han